8/5/10

Había una vez, en una manada de gaviotas una pequeña de ellas. Quien siempre sin motivo aparente se alejaba de la fila de vuelo al atardecer ... Sin darse cuenta, sin querer hacerlo simplemente sucedía. Se preguntaba si en otras partes del mundo el cielo tambien se veria color rosado al caer el sol, si los sonidos de la naturaleza se oirían diferentes en otro continente, si el viento olería de la misma forma en otros mares.
Y a nadie parecían importarles esos pensamientos. Ninguna de las otras gaviotas pensaba más allá de lo que veian y vivian diariamente.. Suxistían como sabían hacerlo, para sobrevivir. Rutinariamente se alimentaban, cazaban, se reproducian y volaban juntas... pero siempre que se dirigían al norte, tarde o temprano volvían a su hogar, su eterno punto de partida.
Un día la pequeña gaviota tuvo la extraña idea, de no solo separarse metros de la fila... sino de seguir al horizonte, en busca de respuestas a sus infinitas preguntas del qué habrá mas alla de la vida que conocía junto a su manada.
Se le acerco una de las gaviotas, confusamente le pregunto hacia donde se dirigía.. Pero una mirada bastó para entenderse.
Dicen que cuando el sentimiento y las ganas son tan profundas no hace falta expresarlo con palabras... y este fué el caso.
La pequeña gaviota nació sin estar atada a su manada, con pensamientos independientes y ganas de volar por otros aires, en busca de nuevas aventuras. Por eso , sin dudar un instante la gaviota tomo esa decisión; que hace años habia estado rondando por su cabeza. La idea de
ir en busca de rumbos desconocidos..