Acudía a tu auxilio de forma inmediata.
"Hola, qué tal?", tu sonrisa y perdí por goleada.
Te apoderaste al instante de mi ocio
Y al fin y al cabo, pude entender que hiciste negocio.
Una ráfaga de balas seductoras
No lograban vulnerar una coraza idiota
Y con mi seguridad ya en la miseria,
Fuimos por un café, juntos, los 3: Vos, yo y tu histeria.
Sin mucho más que hablar, nos despedimos.
Comprobé que ya era inútil extender ese partido.
Colgué los timbo y bajé la persiana,
sin embargo, tu auto estima cascoteó mi ventanta.
Sugerías necesitar mi delirio.
Para ganar espacio, me mostré cual tipo tibio.
Empezó a inquietarte mi nueva conducta,
pero caí derrotado por tus brotes de astucia
Quién dijo que no se puede?
Quién dijo que no se puede combinar
inconstancia, inconciencia y lealtad?
Que es imposible dar un paseo
un día a tu cielo, un día a mi infierno?
Estoy seguro, compañero, y me juego mi alma loca,
que no debe existir boca como esta, en el mundo entero.
Salta banca- quién dice